martes, 2 de febrero de 2010

Ser músico de jazz en este país es ser un superviviente

Repasamos el estado de salud del jazz: sus músicos, sellos, festivales o estilos con una de las personas que más sabe de esto. Sus 40 años en las ondas hablando de jazz lo respaldan, estamos hablando de Juan Claudio Cifuentes, ‘Cifu’ para los amigos.
ARTURO OCHOA















Para empezar podíamos hacerlo citando algunos nombres destacables del jazz estatal actual... Por grupos es algo muy relativo, porque igual quien tiene un grupo tiene una actuación cada seis meses y entre medias se gana la vida como puede con otras formaciones. Destacaría cada vez que se junta Jorge Pardo con Carles Benavent y Tino Di Geraldo.

También está la pianista Marta Sánchez, o el grupo Renaissance en Catalunya, con un repertorio original espléndido dirigido por Ramón Quadrada. Otros serían Javier Colina, Ximo Tebar y Jorge Pardo, que además empezó en los ‘70 y es uno de los pilares. Hay bastante actividad, aunque no tanta como debería haber teniendo en cuenta la calidad de los músicos que hay gracias a las nuevas promociones que salen de jóvenes de conservatorios y escuelas especializadas.

Es muy gratificante ver cómo gente joven se está dedicando a algo tan positivo como la música creativa.

Y por estilos, ¿qué destacarías?
Creo que nuestros músicos están al día, aparte de ser la gran mayoría compositores originales. Me refiero a gente como Chano Domínguez, Perico Sambeat, Javier Colina, Antonio Serrano o Abe Rábade. Este último es un pianista maravilloso, que compone que te mueres, dirige grupos con un saber espléndido y tiene una forma de componer y de entender el jazz absolutamente de hoy. También quedan media docena de grupos que practican ese jazz antiguo de Nueva Orleans, Dixieland, que es muy divertido y que también tiene su capilla. Quitando eso, el jazz que tocan nuestros músicos es absolutamente actual.

¿Es difícil ser profesional del jazz en la actualidad?
Ser músico de jazz en este país es ser un superviviente, en el sentido de ver todos los días por dónde te va a caer el tema y por dónde vas a poder ir. Muchas veces la salvación es que te llame un Alejandro Sanz o una Chenoa para ir de gira, y te vas con ellos a aburrirte hasta hartarte, pero cuando vuelves te has ganado una pasta que no ganas con el jazz.

Es evidente que el músico de jazz ha de ser un buen músico. Tú no puedes ser músico de jazz sin haber pasado por el conservatorio, carrera de piano, de saxo, etc., saber armonía, solfeo, y una vez que no te peleas con el instrumento te puedes meter en una escuela e incluso buscar becas para aprender más sobre armonía jazzística, composición, improvisación... vamos, lo que es el idioma. Un músico de jazz no puede competir en la escena si no tiene una preparación envidiable.

La escena del jazz en directo es tradicionalmente más reducida que, por ejemplo, la del rock. Comparado con las movidas de estadios de grupos de rock pues sí, pero ahora público para el jazz hay, lo que pasa es que no es tan numeroso, ni tampoco interesa porque cuando intentaron que el jazz llegara a los estadios en la época de Woodstock o Wight casi la fastidian para siempre. El jazz no se puede masificar, es un arte y se practica con ello una selección natural. Si el jazz lo masificas, pierde. No digo que con eso haya que condenarlo a ser minoritario porque puede ser una minoría abultada. En resumen, el panorama es muy bonito en el sentido en que tenemos muy buenos músicos y la parte oscura de la medalla es que no hay ni apoyo, ni ayuda, ni infraestructura para que puedan tocar todos como deberían poder tocar.

Existe un gran respeto con el jazz que no se corresponde con el tratamiento que recibe. El jazz es algo que sigue siendo para los responsables nacionales o autonómicos de la cultura algo que no entienden y que no saben por dónde coger, luego dicen: “¡Ah sí, el jazz!”. Es algo que viste mucho pero de lo que no tienen ni idea, y a la hora de apoyarlo desde el punto de vista financiero o de facilitar las cosas te encuentras con eso.

¿Se nota el descenso general de ventas de la industria musical?
Todavía se sigue vendiendo normal, e incluso se siguen reeditando cosas, porque es una cosa de coleccionistas y bajarte cosas de jazz de internet, para mí, y creo que para los aficionados al jazz en general, no tiene ninguna gracia porque lo que nos gusta es tener el disco, con el valor que le da la portada original con esa foto que viste en el catálogo, o el disco que tuviste y perdiste.

El jazz es otra historia y seguirá vendiéndose, lo que pasa es que en las cantidades que ya se saben, que no son tantas, aunque haya discos millonarios como el Kind of Blue de Miles Davis, pero ésa es la gran excepción.

Respecto a la edición, ¿la llevan sellos pequeños o es exclusiva de multinacionales?
El jazz en este país funciona sobre todo por los sellos pequeños, con alguna excepción como que un sello como Universal de vez en cuando publique cosas de músicos como Perico Sambeat. Chano Domínguez ha estado grabando para Nuba, Abe Rábade también ha grabado para ellos, o con un sello local en Galicia [Xingra]. Algunos de ellos, no sólo son pequeños sino que además son locales. El que más se ha movido siempre ha sido el sello catalán Fresh Sound, que a veces ha apostado valientemente por cosas por las que nadie apostaría y le ha salido bien.

Comparando el momento actual con el pasado, ¿ha habido tiempos mejores?
No ha habido tiempos, antes no había músicos de jazz en España, quitando a Tete Montoliu y Pedro Iturralde, de los que vivíamos. De pronto en 1985 empieza a salir toda una generación de músicos y es cuando aparecen Chano, Perico, Colina, Ramón Cardo o Carlos Gonzálbez.

De pronto de la nada vemos aparecer a un montón de gente. No es que haya habido un pasado, estamos viviendo el primer tiempo. El pasado del jazz en España se limita a orquestas que tocaban foxtrot en los años ‘30 en las boîtes de la Rambla de Barcelona, que aporta poco porque es anecdótico. En los años del franquismo no se podía tocar jazz porque estaba prohibido por lascivo.

No estamos viviendo un buen momento, pero es el primer momento, que está durando desde el año 85, con lo cual estamos en la primera generación todavía, la segunda está formándose. Este tiempo es el bueno de momento y a ver si vienen mejores porque esto promete.


El Estado de los festivales y las salas de conciertos
“Hay festivales asentados y son los macrofestivales en este país, por ejemplo en el de Donosti el jazz se ve diluido cada vez más en otras músicas no tan jazzistas o no jazzistas a secas y para asistir a un buen concierto de jazz igual te tienes antes que tragar otras actuaciones que no te apetecen en ese momento. El de Vitoria a menudo también hace concesiones comerciales que no todos aprobamos y en cuanto al jazz que programa, tiene tendencia a repetir los mismos artistas con demasiada frecuencia. Las veces que han venido a actuar Wynton Marsalis o Pat Metheny ya no se cuentan.

El de Ezcaray, que ya lleva 14 años, es uno que merece la pena, suele llevar a gente de primerísimo nivel con un presupuesto ridículo comparado con cualquier de los anteriores. Con cuatro duros consigue hacer encaje de bolillos y además es gratuito, comenta Cifu. “Respecto a las salas, lo de Madrid es vergonzoso, un ejemplo de ello es el cierre del club Bogui. No sé que pasará, pero la preocupación es que no hay sitios para tocar porque tenemos unas autoridades y una Administración a las que les gusta muy poco el arte y la cultura, pero muy poco, dudo mucho que sepan dónde está la cultura o qué cultura hay que aplicar. Estamos de pena”.


http://www.diagonalperiodico.net/Ser-musico-de-jazz-en-este-pais-es.html



1 comentario:

Anónimo dijo...

http://www.rtve.es/podcast/radio-3/a-todo-jazz/SATODO.xml